Sobre commodities y ventajas competitivas
“… y esto, querido alumno, puede generar una ventaja competitiva…”. Cuántas veces se habrá escuchado una frase similar a esta en un contexto universitario o de escuela de negocios. Lo más seguro es que esa frase haga referencia a la posibilidad de adquirir materia prima a un menor precio o a la opción de pagarle menos a tus colaboradores. En el mejor de los casos, se referirá a la posesión de un rasgo diferenciador de nuestro producto respecto al de la competencia.
Es una forma de verlo. Quizás sea la única forma de verlo si nos ponemos las gafas de inversor o experto financiero.
Vivimos unos tiempos de gran competencia. La globalización y la digitalización de los negocios ha abierto la veda para que muchas más organizaciones buceen en un “red ocean”, cada vez más “red”. Producto de esto último es que cada vez sea más complicado acceder a “ventajas competitivas”.
Aunque si tenemos en cuenta el factor humano, podemos llegar a darnos cuenta que hay otro tipo de ventajas competitivas. Estas, por suerte para ti y por desgracia para todos los demás, son mucho más fáciles de conseguir.
El dar oportunidades, el confiar en tu gente, el empoderar e implicar a tu equipo, el reconocer debidamente (y no sólo de forma material) el esfuerzo y desempeño de tus colaboradores, el tratar como auténticos huéspedes a tus clientes (tanto internos como externos)… todo esto son commodities (opciones que todo el mundo tiene acceso a ellas) olvidadas.
Producto de ese olvido generalizado, se convierten automáticamente en esas deseadas ventajas competitivas, porque el valor real de las empresas reside en el factor humano. Yo me lo creo, ¿y tú? Ahora es hora de convertir este bonito eslogan en acciones concretas.
Da que pensar.